En ocasiones fue un sueño, en otras, una utopía, pero al final de todo se convirtió en realidad. La vuelta de Antony al club de Heliópolis ha sentado un bonito precedente en el actual negocio del fútbol.
Durante todo el transcurso del mercado estival, en las oficinas del Real Betis Balompié había un nombre encima de la mesa que resonaba por toda la ciudad de Sevilla. El nombre del astro brasileño, Antony, más conocido por la afición como ‘Antonio de Triana’, un jugador que en tan solo cinco meses dejó su impronta en el club, en sus aficionados, incluso en su historia.
En cada barra de bar, en cada playa, en cada esquina… había un bético preguntándose si volverían a ver al bueno de «Antonio» con la camisa del Real Betis, al menos, una vez más. Desde los medios de comunicación se hablaban de dificultades, negociaciones interminables, interés de otros clubes, incluso se llegó a hablar de ruptura en la negociación en los días finales del mercado. Desde luego no fueron los días más tranquilos del aficionado bético.
Tras meses de espera, días de angustia pegados al teléfono y algún susto de última hora, Antony volvió a Sevilla, volvió al barrio de la alegría, y se volvía a enfundar la camiseta del Betis, de su Betis. Volvía a defender el escudo que le devolvió la sonrisa, que le hizo recobrar la ilusión por el fútbol, el lugar donde encontró, de nuevo, su casa.
Durante todo el mercado se ha hablado mucho de este fichaje, y la realidad es que ha sido difícil. La dirección deportiva del club se embarcó en una dura negociación con un transatlántico del fútbol como es el Manchester United, y el propio Antony comenzó a rechazar todas y cada una de las ofertas y proposiciones que llegaban por él, con un único objetivo, volver a ser jugador del Real Betis. Finalmente la travesía llegó a buen puerto, se consiguió un acuerdo entre las partes, haciendo todos un gran esfuerzo por que se pudiera dar, en especial el futbolista.
Antony estará para siempre en el corazón de los béticos, pase lo que pase, porque en un mundo del fútbol cada vez más controlado por el dinero y la fama, el bueno de «Antonio» ha decidido volver a Sevilla, ha decidido jugar en el Real Betis, ha decidido seguir su corazón en lugar del dinero. Por cosas como esta podemos afirmar que aún existe romanticismo en el fútbol.